3/20/2008

LUSTRO SIN LUSTRE



La escena en Ocean Drive era bizarra. Blancas lápidas de plástico alineadas sobre la grama simbolizando un camposanto y en cada una el nombre, rango y la edad en que falleció la víctima en Irak. El promedio no superaba los 25 años. Al leer sus nombres uno podía imaginar bombas a la orilla del camino, ráfagas de metralla, sudor en las botas y sangre coagulada sobre el uniforme. Al frente, los edificios Art Deco con sus restaurantes llenos. Al fondo, el mar de un azul fascinante. Alrededor de las lápidas, miles de jóvenes caminando en traje de baño. Comenzaba el spring break y todos en South Beach se entregaban al rito de playa, licor, música y diversión. Cualquiera ellos podría haber estado a esa hora mordiendo el polvo en Irak. Pero no les tocaba. Nadie los reclutó. A ninguno parecía interesarle el letrero que rezaba “Tráiganlos de vuelta casa”

Se cumplen 5 años de guerra en Irak. Han muerto casi 4 mil soldados estadounidenses, más de 80 mil civiles iraquíes, se han gastado 650 millardos de dólares y el horror no termina. Irak es el fracaso mas grande de la guerra contra el terrorismo, esa absurda idea de que solo con violencia se puede vencer el odio. Lo que comenzó el 19 de marzo de 2003 con un espectacular bombardeo al bunker de Saddam Hussein es hoy en día un callejón sin salida: el final de una brutal dictadura se ha transformado en una sangrienta guerra interna que conduce a mayores incertidumbres. Hasta ahora solo ha ganado la industria armamentista, esa perversa maquinaria que convierte cada explosión en sus ganancias.

También han sacado partidos los radicales, esos que como decía Pessoa no tienen conciencia de nada, porque ni siquiera tienen conciencia de que no tienen conciencia. En nombre de Dios, la democracia, la libertad, el nacionalismo y cualquier otra excusa, han inflamado las pasiones a la vez que sepultan la razón. Cinco años después del bombardeo el mundo sigue secuestrado por radicales para quienes un columna de humo negro es señal de progreso.

Y lo peor de este lustro son las cosas que todavía se escuchan. Dos chicos con torso desnudo y cadenas de oro colgando de sus cuellos conversaban junto a las lápidas. “¿Cómo acabamos de una vez con esta guerra?” preguntaba uno. La respuesta de su amigo fue contundente. “Volándole la cabeza al enemigo, como hago en mi computadora jugando Kuma War”

3/13/2008

ALIADOS


Una revolución se viene cocinando en distintos lugares del planeta. Asuntos del destino me acerqué a ella, y les confieso, impresiona esta maravillosa confabulación que de alcanzar sus objetivos podría darle un giro al mundo en que vivimos. Esta revolución desea cambiar nuestras conciencias para así transformar la humanidad. El asunto es serio, y con la tecnología disponible, este movimiento opera ya en todo el globo, propagando su mensaje como un virus. Es la Alianza para una Nueva Humanidad, una iniciativa fundada por individuos como el juez Baltazár Garzón, el Dr. Deepak Chopra, el músico Ricky Martin y el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, entre otros.

La dinámica resulta sencilla: la persona se convierte en parte del cambio al transformar su conciencia, lograr una diferencia en su comunidad a través del servicio y compartir su pasión interconectándose con otros. De una forma que combina lo espiritual con lo pragmático, la Alianza se propone cambiar la misión, prioridades y relaciones entre individuos, corporaciones y países. Suena utópico, pero como me dijo Deepak Chopra en una entrevista: si crees que es posible, entonces lo será.

Con una visión de unidad en medio de las diferencias, la Alianza busca soluciones creativas a cuatro de las tendencias globales que están definiendo nuestro presente al preguntarnos: ¿escogemos la guerra o la no violencia?, ¿pobreza o equidad?, ¿degradación ambiental o sostenibilidad?, ¿discriminación o Derechos Humanos?. La opción es nuestra, y el deseo de esta Alianza es crear una nueva narrativa para la humanidad donde la solidaridad, el amor, la compasión y la paz sean las líneas directrices. Si desea más información, puede visitar www.anhglobal.org  

¿Muy comeflor? Quizás si, pero quizás también, muy cierto. Si aceptamos que creamos al mundo con nuestros pensamientos, y que esos pensamientos moldean nuestra percepción de quienes somos y el mundo en que vivimos, entonces la Alianza apunta a la raíz de todos los conflictos y triunfos que hemos tenido como especie: la conciencia individual. Y si podemos llevar esta conciencia a un nivel superior, entonces podríamos sintonizarla con el colectivo, y por qué no, con ese universo del cual sabemos que no somos su centro. www.elibravo.com/caldo.php

3/09/2008

EL VIRUS NACIONAL


El nacionalismo es argumento para todo, especialmente para las grandes manipulaciones. Música para oídos militantes, se vale de verdades a medias para impactar el corazón de los ciudadanos. El resultado suele ser un sarampión colectivo que aparte de fiebres y delirios, suele dejar sus marcas en la piel. El nacionalismo es como un venda en los ojos: nos impide ver más allá de las narices.


En su constate huída hacia adelante, Hugo Chávez juega ahora la carta nacionalista en su intento de polarización doméstica y regional. Como señala Boris Muñoz en su Carta desde Caracas para la revista Gatopardo, Chávez es un líder que sale de sus problemas creando otros mayores, un agitador de oficio que depende del impacto para distraer la atención. Con una gestión malherida, inflación sobre el 5% en los dos primeros meses del año y unas elecciones en ciernes, su apuesta es revolver las fibras del venezolano alertando que ante las amenazas del exterior, solo la unidad monolítica podrá salvar la patria. Por ello intenta teñir las pasiones con el rojiverde de la revolución, ese cóctel cívico-militar que hasta ahora solo ha dejado una profunda resaca.


El conflicto con Colombia viene escrito con ese guión nacionalista, aderezado seguramente por ciertas sub-tramas que no deben ser desdeñadas, como las presiones de la industria armamentista que ha encontrado en Venezuela un cliente de excepción, e igualmente, en Colombia, un mercado a largo plazo. Ciertos círculos de negocios en Moscú, Washington y Minsk, deben leer las noticias de esta crisis con un interés nada santo: a mayor retórica, más posibilidades de asegurar otro contrato de fusiles, aviones o municiones.


Una de las pocas vacunas contra el nacionalismo es una verdadera democracia, pero aún así, podemos decir que es parte de la condición humana contraer esta enfermedad. Ecuador y Colombia han experimentado sus brotes en estos días, y para el presidente Uribe, una alta temperatura en el fervor nacional ante las acciones de la guerrilla y de Venezuela puede ayudarlo en su interés por conseguir otra reelección.


Lo peor del nacionalismo es que pocas personas son capaces de diagnosticarse. A diferencia de la gripe, este virus crea la ilusión de que a pesar de los malestares se está mejor que nunca.


3/04/2008

UN AMERICANO EN PYONGANG


Casi trescientos gringos aterrizaron en Corea del Norte dispuestos a conquistarla. En lo que ha sido la incursión del mayor contingente de estadounidenses después de la guerra del 50, la Filarmónica de Nueva York interpretó en el Gran Teatro de Pyongyang la música de Dvorák, Wagner, Bernstein, Gershwin, y lo más sorprendente, el Star Spangled Banner ante una audiencia de burócratas, oficiales de alto rango y diplomáticos. Cuando la orquesta cerró con Arirang, una pieza clásica del repertorio folklórico coreano, algunas lágrimas brotaron en la sala. Como un puente sin palabras, la música fue capaz de saltar todas las barreras ideológicas. Al finalizar los aplausos sonaron por más de 5 minutos.


“Podemos decir que fue una misión cumplida” comentó el director Lorin Maazel tras el recital “y quizás hayamos logrado instrumentar la apertura de una puerta”. Ojalá, aunque en la Casa Blanca el comentario fue que un concierto no cambia la historia y Corea del Norte tiene tareas pendientes con la democracia y el desmontaje de su programa nuclear. En Pyongyang el concierto fue televisado, pero la radio, el verdadero medio de poder, hizo mutis absoluto y la prensa controlada por el gobierno relegó la reseña a páginas internas, desplegando en primera plana el ramo de flores que Kim Jong Il envió a Raúl Castro para felicitarlo por su nuevo cargo.


¿Virtuosismo perdido en el aire? Lo dudo. En este mundo globalizado son los cambios sutiles los que dibujan grandes sucesos y no hay mejor estrategia para desmontar una tiranía que inyectar en la gente una pasión por lo sublime, la justicia y la libertad. Aislar a Corea del Norte, como se ha aislado a Cuba y Birmania, o en el pasado se hizo con China o Rusia, solo enquista el poder en el corazón de los pueblos. Para los músicos clásicos norcoreanos, acostumbrados a interpretar melodías nacionalistas y alabanzas al líder, esta fue una oportunidad ideal de tocar de primera mano, literalmente, la corriente universal del arte en un mundo que cada vez se hace más pequeño y dinámico.


Y para el año que viene Eric Clapton ha sido invitado a Pyongyang. Dicen que Kim Jong-Ill es fan de “manos lentas”. Para una nación donde el rock y el pop están prohibidos por ser mala influencia, este es un gran cambio. Quizás la experiencia china le está abriendo los ojos a la élite norcoreana.


Habrá que ver sus rostros cuando Clapton toqué los acordes de Cocaine

EL RELOJ MORTAL

Hubo un tiempo cuando el nombre de Fidel tronaba duro en mis oídos. A mediados de los 80, en los católicos pasillos de mi universidad Andrés Bello, para algunos estudiantes hablar de Cuba resultaba excitante: Festival de Cine en La Habana, Nueva Trova, David versus Goliat, la Medicina Revolucionaria, el Socialismo Posible, en fin, el cuento de la utopía en grageas para consumo de jóvenes impresionables ante una sola cara de la moneda. Ya me resultaba incómodo que Fidel tuviese 30 años atornillado al poder, pero cuando visitó Caracas en 1989 para la coronación de Carlos Andrés Pérez, causando un revuelo periodístico con su porte de vedette y su retórica incendiaria, debo confesarlo, su imagen de mito latinoamericano todavía aguantaba las críticas.


Diez años después, ya en Miami, su nombre traía malos vientos. En las historias de los exilados, en las noticias amarillas o a full color, en la terca realidad que siempre se impone, Fidel se convirtió en una pesadilla, una dictadura, un fracaso. Tras la máscara del mito pude ver la sombra del hombre que engañó a su gente. Cuba podía ser el Buena Vista Social Club, el alma de un pueblo tiene raíces profundas que escapan a las circunstancias, pero también, era el drama de los presos políticos y de los balseros que huían porque la isla les resultaba una cárcel.


Y ahora Fidel se apaga. La historia jamás lo absolverá. Su cuerpo acabado por la enfermedad es la metáfora de su legado: una lucha perdida, un sueño ajado que terminó en resaca. Un hombre y sus circunstancias que se evapora para alivio de los cubanos. Un muerto en vida que se entibia entre el odio y la lástima. Sin poder, Fidel es un amasijo de carne y tendones. Su nombre va perdiendo peso. Es cuestión de un ventarrón para que desaparezca en el aire. Su tiempo se ha terminado.


No viví el amanecer de la leyenda, pero asistí al atardecer del mito y el ocaso del ser mortal. Y como sucede siempre, pesa más el legado que todas las promesas hechas. El lugar de Cuba en este mundo que vivimos es la prueba mas contundente de que un hombre puede orquestar el desastre, y peor aún, que siempre existirán seres humanos que lo acompañen.


Y no  puedo evitar preguntarme


¿Cuál es la hora en el reloj de Hugo Chávez?

LA UNION QUE SERA

La velocidad del cambio poblacional en los Estados Unidos amenaza con dejar en el andén a quienes añoran un futuro arraigado en los ideales del pasado. Para el año 2050, según el Centro Hispano Pew, el número de habitantes pasará de los 296 millones registrados en 2005 a un total 438 millones, donde los blancos no hispanos serán el 47% mientras que los hispanos llegarán a ser el 29%, pero además, el 19% será inmigrante, es decir, uno de cada cinco estadounidenses. Este salto será producto de 67 millones de seres humanos que cruzarán la frontera y los 50 millones de hijos y nietos que tendrán.


Ser All American pasará a significar otra cosa.


Las cifras pueden ser argumento para cerrar las fronteras y detener la mutación del país. Esto sería un error, y una pérdida de tiempo. Incluso en un escenario de bajas tasas de inmigración, bien sea por legislaciones más restrictivas o muros más elevados, la población hispana seguirá creciendo hasta ser al menos el 26% y la razón es muy sencilla: hay mas gente del lado de afuera y la tentación (o necesidad) de cruzar la línea es muy grande.


Pero siempre hay juego en los números. El informe asume que los nietos de inmigrantes hispanos, la tercera generación, se identificarán como hispanos y quizás no sea así. Si bien los indios precolombinos no sabían de fronteras y desde la fundación de San Agustín a mediados del siglo XVI han vivido en estas tierras gente de herencia española, no fue sino hasta 1980 que el término hispanic fue acuñado para efectos del Censo. Hispano engloba muchas cosas, fundamentalmente un origen en España o América Latina, y una tradición cultural. ¿Entenderemos lo hispano en el 2050 de la misma forma que ahora? Muy probablemente no.


La dinámica global y el refinamiento de medios de comunicación y transporte harán que esta marejada humana, diversa y rica en cultura, siga definiendo su identidad como grupo, y a la vez, defina al mismo país. En un proceso múltiple de asimilación, adaptación y fecundación, Estados Unidos irá mutando de la misma manera que lo ha hecho en el pasado: definiéndose como nación en la medida que cambia su gente.

En la medida que esta riqueza pueda ser gerenciada en función del progreso y la justicia el país evolucionará. En caso contrario intentará huir a contracorriente de un fenómeno que es mucho más fuerte que todo discurso político, prejuicio étnico o sueño de pureza.

DAME MAS

El poder es un vicio. Una adicción que se incrusta en el alma de las sociedades, haciéndoles perder el control y olvidar sus reglas. Cuando el vicio engancha se buscan todas las excusas y atajos para saciar la necesidad, dibujando así un círculo donde se alimenta el dependiente y sus allegados. Porque el poder no solo eleva al que manda, sino también arrebata a sus subordinados.


El mundo está lleno de viciosos. Presidentes y dictadores que se aferran al poder usando toda clase de artimañas, alcahueteados por funcionarios y seguidores que alaban sus logros y se hacen la vista gorda ante sus abusos. A medida que pasa el tiempo la adicción abraza más fuerte y así llega el momento cuando todos se encuentran asfixiados, envueltos en una trama de egoísmos y mentiras que jamás soñaron en las primeras noches de esa pasión que desquicia a los pueblos encantados con sus mandatarios.


Hay viciosos perdidos, son quienes vencieron los escrúpulos a la sangre: Castro, Mugabe, Kim Jong Il, Niyazov, Al-Bashir, la lista es larga. Los hay también blandos, son los que disfrutan el high del poder y resultan insaciables: Chávez, Putin, Musharraf, a su manera los Bush y los Clinton, y quizás haya que incluirlo, Uribe. Los perdidos son letales, enfermos para quienes la vida carece de valor. Los blandos son peligrosos, adictos que con sus hábitos van minando las democracias al venderle a la gente la idea de que la alternancia en el poder es una opción y no una condición del libre juego político. Ellos con su obsesión de mando no solamente están cerrándole el paso a otros actores y generaciones, sino que están acostumbrando a sus conciudadanos a una sola manera de ver las cosas.


Puede que algunos viciosos blandos sean capaces de mostrar una buena gestión. Pero eso no es suficiente para torcerle el brazo a las leyes con el respaldo de las mayorías. La democracia es un juego de equilibrios que busca defender a las sociedades de los personalismos, pero también, de las enfermedades colectivas. Y lo digo por Alvaro Uribe, quien ha sido un presidente popular, con un mandato que arroja saldo positivo y un político sagaz. Pero al enviciarse con el poder estará inoculándole a su país otra dosis de ese mal que ojala sea superado algún día: el caudillismo debilitante que ha lastrado la modernización de América Latina.

EL COLOR DEL CAMBIO

Estados Unidos cambia a una velocidad fascinante. Hace 40 años el odio racial incendiaba iglesias en tierras segregadas, y hoy en día Barack Obama se postula a la presidencia. Al ver de nuevo la cinta de Alan Parker, Mississippi Burning, en la que agentes del FBI develan los asesinatos de jóvenes luchadores por los derechos civiles a manos del Ku Klux Klan, resulta estimulante saber que las atrocidades pueden superarse cuando florece una nueva conciencia. En el largo viaje para vencer el racismo, una herida fundacional que llevó a EEUU a la guerra civil, la candidatura de Obama es un cambio que va mucho más allá de estas elecciones.


En primer lugar no es la candidatura de un negro. Las raíces de este hijo de inmigrantes, con herencia musulmana, criado fuera del territorio continental y con títulos de Columbia y Harvard, abarcan la diversidad de una nación multicultural que busca crecer más allá de las divisiones partidistas, raciales e incluso nacionalistas. Con su emotiva oratoria, Obama intenta saltar las categorizaciones para ubicarse en un discurso post-estiquetas. No se identifica como negro, tampoco como una minoría: su intención es abrir una agenda donde lo importante sean los intereses y no las posiciones. Para un país que eligió en 2004 a un Bush que capitalizó la polarización, Obama propone la inclusión con un estilo sensato y moderado.


Fueron muchos los cuerpos ahorcados, baleados y golpeados que lucharon contra la segregación. Al final triunfaron. La revolución de los derechos civiles pareciera tomar un nuevo aire con Obama, precisamente porque apunta más allá de la agenda racial y política para tomar un vuelo humanista, que si bien está hinchado de carisma, le propone a la nación revisar sus logros y fracasos con otra óptica. De cierta manera esta es una revolución sin violencia que podría abrir camino a otros liderazgos, y ojala, a otra percepción de los EEUU en la comunidad global.


En la cinta de Alan Parker el sheriff racista Ray Stukey le pregunta al agente Anderson del FBI si le gusta el beisból, a lo que éste responde “Si, es el único momento cuando un negro puede blandir un palo ante un blanco y no iniciar una revuelta”. Aquello era en 1964. Cuarenta años después Obama está sacudiendo el tejido nacional al sugerir que es posible ver más allá de colores, palos y barreras.

PERIÓDICO DE MAÑANA

Una nueva narrativa sobre la revolución de Chávez comienza a escribirse en la prensa estadounidense. Tras una década de gobierno, el exótico enigma en torno al máximo líder se va revelando como una historia de riqueza y poder donde los capítulos más brillantes son opacados por la terca realidad, esa misma que cuando se antoja con imponerse sobre las intenciones, termina por sacar al sol los trapos más sucios.


Para cubrir lo que considera será la noticia del año en la región el Miami Herald abrió una oficina permanente en Caracas. Los primeros trabajos dan cuenta de los millones gastados por Chávez en América Latina y los Estados Unidos para pulir su imagen, noticia vieja para los venezolanos, pero una óptica reveladora para el lector anglosajón. Todas las semanas el New York Times dedica espacio a las contradicciones de la revolución, y más recientemente al flujo migratorio, reportando que el número de venezolanos en el sur de Florida creció 118% entre los años 2000 y 2006. Chávez sabe como agarrar prensa, pero poco a poco el axioma “no importan lo que hablen de mi, mientras hablen” esta transformando su imagen de líder regional en una caricatura del personalismo. En el terreno de la opinión pública estadounidense Hugo Chávez atraviesa arenas movedizas.


Claro que su retórica le resta importancia a estos titulares emanados desde el imperio. Pero mientras algunos líderes ganan verdadera estatura mundial, a veces cargando siniestras sombras como es el caso de Putin, personaje del año para la revista Time, o con gestiones sorprendentes como sucede con Lula, a Chávez se le va acortando el escenario y está perdiendo luces. A final de cuentas, también en los temas de imagen este es un mercado salvaje. Si más allá de la prensa estadounidense, la opinión pública mundial lo enfoca con nueva óptica, su administración le caerá como un yunque: es difícil justificar que con un barril de petróleo por las nubes no se encuentre un litro de leche en Caracas.


Como a todo líder carismático, a Chávez le gusta fotografiar su mejor ángulo. Pero la realidad venezolana comienza a leerse como un acertijo múltiple que va más allá de la propaganda y el lobby oficial. Y lo que aparece es un hombre atrapado en su propia tela, incapaz de mostrar resultados a la altura de sus promesas.


Diez años después, el fenómeno Chávez ya no es primicia. Ahora es posible juzgarlo no solo por sus palabras, sino por sus hechos.

LA CIGUEÑA Y SUS RETOÑOS

Hay más bebés en los Estados Unidos y eso es una buena noticia. En 2006 los nacimientos superaron marcas de hace 45 años llevando la tasa de fertilidad a 2.1 hijos por mujer, según expertos, la cifra mágica para reemplazar la población. Una cuarta parte de esos bebés nacieron en familias hispanas, donde la tasa de fertilidad es 40% superior al promedio nacional. Que a los hispanos nos encanta la familia no es secreto. Lo interesante cómo esto se engrana al debate de inmigración y cultura.


Actualmente el 13% de la población en EEUU es inmigrante, muy cerca del 15% en los años previos a la Primera Guerra Mundial cuando la recesión económica caldeó los ánimos y las presiones llevaron a un cierre de fronteras. De cara a las presidenciales aquellos nubarrones han resurgido en la agenda electoral, sobre todo en estados como Nevada, Carolina del Sur, Tennessee y Georgia donde la población extranjera ha crecido en más de 45% y mientras cada año un millón de personas cruza la frontera legalmente y alrededor de 500 mil lo hacen sin papeles. Una marejada que puede encontrarse con nuevos diques en momentos cuando la economía da muestra de fatiga.


También surge la pregunta de cuán integrados están estos padres y sus hijos al país. El idioma es un buen indicio y según cifras del Centro Pew el 94% de los hijos de inmigrantes hispanos tienen un buen dominio del inglés al llegar a la edad adulta. Los estudios demuestran que los hijos de inmigrantes tienen mejor educación y calidad de vida que sus padres, pero sobre todo, como indica un reciente informe del Economist, que la inmigración es un fenómeno que beneficia cultural y económicamente a los países emisores y receptores.


Lo que nos trae de vuelta a todos esos bebés hispanos. Puede que en algunas cabezas suene bien la idea de cerrar fronteras y someter a padres e hijos a un proceso intenso de asimilación para que sean tan nacionales como un descendiente de los Padres Peregrinos. Pero la verdad es que en un mundo globalizado las presiones superan toda barrera y es más inteligente aprovechar esa energía, espíritu emprendedor y riqueza cultural para construir una nación diversa y abierta. Una donde el proceso de inmigración y legalización sea justo y rápido. Una donde las segundas generaciones puedan balancear su herencia y su país en una identidad híbrida y fascinante.

DARWIN, DONDE ESTAS?

Hay debates que resultan absurdos en pleno siglo XXI. ¿Un ejemplo? el abierto por la Junta de Educación del Estado de Florida para incluir la palabra evolución dentro de sus estándares para la enseñanza de la ciencia. Hasta ahora en las escuelas se ha usado el concepto políticamente correcto de “cambios biológicos a través del tiempo” sin ninguna referencia a la teoría que Darwin concibió tras una buena temporada a bordo del Beagle. Para los estadounidenses esta es una teoría sospechosa. Una encuesta de Gallup en junio del año pasado arrojó que el 44% de los encuestados no creían en la evolución. Para ellos, o no hay pruebas suficientes, o simplemente Dios creó al hombre.

 

Florida es uno de los cinco estados que evita usar la palabra evolución en sus programas educativos. Los creacionistas en todo el país han luchado arduamente para mantener las ideas de Darwin a raya y durante los últimos años han impulsado teorías, en apariencia científicas, como el “diseño inteligente” según la cual ciertos aspectos del universo solo pueden ser explicados con la intervención una causa inteligente y no a través de la selección natural. Esa causa es, claro está, Dios, y por lo tanto en clases se debe dedicar igual tiempo al creacionismo y a la evolución. Que los estudiantes decidan dónde está la verdad.

 

Un argumento poderoso, pero a destiempo. Si bien los científicos conceden que hay algunos agujeros en la teoría de la evolución, el conocimiento científico es dinámico y en su camino va encontrando nuevos problemas, hipótesis y pruebas. La mayoría de la comunidad científica aprueba la evolución como la explicación más plausible para el origen de la vida y negarlo es darle la espalda al mundo en que vivimos.

 

Debatir sobre Dios, su existencia y su identidad es parte de la condición humana. Pero debatir sobre el origen de la vida debe hacerse fuera de las clases de ciencia. La fe es un asunto de las iglesias, los salones de filosofía o las sobremesas. No hay ninguna justificación para que a estas alturas se pretenda mantener la enseñanza de la ciencia atada a creencias religiosas.

 

Claro que hay otro debate, mucho más complejo, sobre la naturaleza de Dios o lo que pudiéramos definir como tal. Sería perfecto que Darwin pudiera intervenir para fijar su posición, pero la ciencia nos dice que cuerpo putrefacto no pide derecho de palabra.

ASTRONOMIA PARA DUMMIES

Que Hugo Chávez tiene el sol a sus espaldas es tan evidente como el tamaño de su sombra. Agotado y sin coordenadas, el portaviones político de Venezuela comienza el 2008 con la necesidad de recuperar su estrella y dibujar nuevas constelaciones. Tras una década orbitando el poder, su traslación lo ha llevado de vuelta a la nebulosa de las derrotas, pero el universo esta en constante movimiento y Chávez sabe que es cuestión de estrategia acomodar las fuerzas para estar de nuevo con la cara al sol.


Si lo dejan.


En la danza cósmica todos los cuerpos son capaces de alterar el espacio que los rodea y este año la oposición tiene la oportunidad de hacer valer su masa, gravedad y energía. En el horizonte están las elecciones de gobernaciones y alcaldías, para las cuales solo una galaxia de intereses y liderazgos bien articulados puede hacer que el país gire alrededor de un nuevo eje. Dios no juega a los dados con el universo y la (mala) suerte del presidente no basta para restarle fuerzas a la revolución. Hace falta, como escribía Diego Bautista Urbaneja en El Universal “una visión que contemple la futura configuración política del país, la configuración que está en proceso de maduración, la configuración que responde a sus tendencias más vitales y dinámicas”.


Chávez puede ser eclipsado con el descontento del chavismo. También puede ser tragado por el agujero negro de quienes hasta ahora se han abstenido de votar si algún fenómeno político logra hacerles ver más allá de sus ombligos, y sobre todo, Chávez puede quedar con el sol de espaldas si la oposición enfoca su lente más allá del líder y logra actuar sobre su sistema solar. Para derrotar a Chávez hacen falta los chavistas y un astro rey sin planetas o satélites que calentar poco a poco se extingue, o al menos, va perdiendo influencia en el cosmos.


Quizás el secreto esté en pensar, como decía Bautista Urbaneja, más allá de los esquemas habituales y plantearse el juego con nuevos ojos. Nuestro concepto del universo ha evolucionado gracias a que hemos sido capaces de entenderlo de maneras diferentes. La oposición tiene una década esperando el ciclo que comienza y perderlo sería una tragedia cósmica.