Y no olvidemos contar los heridos. ¿Cuántos venezolanos han recibido impacto de bala en la última década? Se calcula que alrededor de millón y medio. En las calles hay más de 500 mil armas de fuego y el tráfico ilegal empuja la cifra hacia arriba. Las pistolas y revólveres se han convertido en artículos de uso común: más de tres cuartas partes de los caraqueños dicen tener o desear tener un arma para defenderse.
Y mientras los Consejos Comunales de Caracas realizan entre los niños un programa de canje de armamento de juguete por balones deportivos, quizás una de las mejores iniciativas de los últimos años en este sentido, el gobierno de Hugo Chávez convierte a Venezuela en el primer comprador de armas de la región. Orgulloso de haber gastado más de $12 millardos en una década, el presidente asegura que el país esta ahora más seguro ante una posible invasión.
Pero la que ha invadido a Venezuela no han sido los marines. Ha sido la pálida.
Cuentan que una mujer atormentada, incapaz de aceptar la muerte de su hijo, se acercó a Buda pidiéndole que le devolviera la vida. El iluminado le aseguró que así lo haría, si ella era capaz de traerle una semilla de mostaza de una casa que no hubiese conocido la muerte. Días después la mujer regresó más calmada e incineró el cuerpo del niño. La búsqueda imposible le había revelado que la muerte es parte de nuestras vidas.
Duele pensar que en Venezuela no es mostaza sino plomo lo que han conocido tantos hogares. Cuando Chávez habla de patria, socialismo o muerte ¿ se refiere al balance de estos últimos diez años?