1/23/2009

LA ACERA DE ENFRENTE

De nuevo el mismo dilema, como un muro de espinas. Como una madre que
debe escoger entre sus hijos aquellos que la honran, para castigar al
resto. Una disyuntiva más para alimentar esa polarización insaciable.
Son ya diez años pensando al país de un lado y del otro, oficialistas
y opositores, rojos y azules, nosotros y ellos. Ahora la obligación es
cerrar filas con los estudiantes. Escoger entre los buenos y los
malos. Una vez más, pareciera imposible caminar por la misma calle. De
nuevo es urgente escoger por cuál acera transitar.

Ya a estas alturas nadie está libre de pecado y se han lanzado
demasiadas piedras. Pero seamos sinceros: no todos los estudiantes son
incendiarios ni tampoco marchan porque les pagaron. Desconocer las
genuinas motivaciones del colectivo estudiantil, arañando en los
intereses personales, errores o manipulaciones de unos cuantos, así
sean los líderes, es comprar el estereotipo que favorece a la causa,
pero hace muy poco por la sociedad. Cerrando el diálogo es muy difícil
lograr la paz.

Según las encuestas, el principal anhelo de los venezolanos es
recuperar la convivencia. Aterrizar ese deseo es posible, y para ello,
las palabras deben ser liberadas del radicalismo que ha secuestrado el
debate, pero sobre todo, hay que escaparle al argumento de que para
triunfar es necesario borrar a los que ocupan la acera de enfrente. En
realidad, el objetivo es desaparecer la acera.

Volver a las calles como una sociedad unida tomará su tiempo. Son ya
muchos años de encono sembrado. Y ante una pregunta de consecuencias
inmensas, donde hay que responder si o no, resulta imposible escaparle
al dilema cotidiano. Por ello quizás sea necesario otro referendum,
uno que no requiera de la organización del CNE, pero que si merezca
una buena campaña

¿Esta usted de acuerdo en continuar alimentando la división nacional,
permitiendo que la violencia física y verbal ocupe el lugar de la
razón y la convivencia, desconociendo los derechos de sus
conciudadanos y justificando los abusos de poder?

La clave para una respuesta está en juzgar no solamente en quienes
veamos en la acera de enfrente, si no más importante, en el asfalto
que nos separa. Esa calle a donde los venezolanos son instados
marchar, donde se respira gas, sudor y lágrimas, y donde pretender
ganar quienes usan a los jóvenes como fichas de su juego.

Esa calle misma calle donde los jóvenes son cada vez más concientes de
su papel en esta historia.


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1/16/2009

ASUNTO DE VIDA

¿Cómo escribir sobre la enmienda constitucional, sabiendo que este mes
asesinarán a casi mil personas en toda Venezuela? Frente a ambos temas
no es difícil establecer prioridades. Sobre todo cuando las víctimas
tienen dolientes y soy uno de ellos. Esta semana mataron en Caracas al
hijo de una buena amiga. Por eso me desconcierta la energía que
invierte la Asamblea Nacional en promover la reelección indefinida,
mientras un millar de venezolanos se desangran en las calles, número
similar a las víctimas fatales en la insensata guerra de Gaza. Pero no
veo diputados con un lazo negro en la solapa en solidaridad con las
madres venezolanas que día a día entierran a sus hijos. Eso si,
abundan las kefias en estos tiempos de militancia.

Está más que claro, toda vida cuenta, sean palestinos, israelíes,
venezolanos o de cualquier otra nacionalidad. Los diputados no fueron
electos para decidir cuáles muertos resultan más importantes. Pero eso
si, están en la Asamblea para hacer cumplir el mandato constitucional
que garantiza la vida a todos sus conciudadanos.

¿Por qué el presidente y los diputados le escapan al debate sobre la
inseguridad?

La respuesta es sencilla: porque no afecta sus intereses.

El drama de fondo con las cifras de homicidios es que la población
venezolana ha asumido el crimen como una condición intrínseca a sus
vidas. Un asunto que traspasa la responsabilidad del gobierno y es
consecuencia del "estado de las cosas". Algo así como una condición
socio-cultural que nadie controla y ni puede solucionar. El resultado
es que la responsabilidad se diluye, y peor aún, se politiza:
denunciar la inseguridad es atacar a la revolución.

Una lógica perversa y una estrategia electoral: el silencio de Hugo
Chávez ante diez mil homicidios anuales parece decirnos "si la
población no me obliga a actuar, entonces no me enredo en un problema
que no se cómo solucionar". De nada sirve que con cierta regularidad
el Ministerio para Relaciones Interiores o la policía publique cifras
masajeadas. El debate de fondo, y la determinación de
responsabilidades, es un asunto de vida que el gobierno no quiere, no
sabe, y sobre todo, no está interesado en ofrecer.

Así que quizás conviene que reformule la pregunta inicial

¿Cómo votar ante una enmienda constitucional, sabiendo que en los
últimos diez años han asesinado a más de 80 mil personas en Venezuela?

En las urnas está la respuesta.


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1/09/2009

GIROS MORTALES

Es difícil hablar cuando te estallan bombas en la cabeza, pero aún
así, no hay otra manera de extinguir la mecha. El plomo forjado no
acabará con los cohetes caseros, y los atacantes suicidas no serán
capaces de exterminar a un pueblo entero. Cada explosión en Gaza
alimenta una espiral de muerte que al girar se va tragando la
esperanza. Bajo los escombros y más allá del humo, israelíes y
palestinos han perdido las razones y argumentos al creer que la
violencia es la luz al final del túnel. La historia, y especialmente
la reciente, ya nos ha demostrado que en realidad es la entrada al
infierno para civiles y militares.

¿Cómo detener esa espiral de odio? No existe una respuesta práctica,
pero si unos principios básicos, como reconocer la existencia del
otro, asunto donde el fanatismo de Hamas ha cerrado las puertas al
diálogo. También es necesario el respeto a la vida, punto en donde
ambos bandos han fracasado. Y es vital que Israel entienda que el uso
de la fuerza legitima a los sectores radicales en desmedro de los
grupos moderados, porque la humillación y el dolor que trae la guerra
no es un remedio sino una enfermedad contagiosa.

De las ruinas de Gaza es poco probable que se logre construir el
estado palestino, con o sin Hamas. Y desde la retórica incendiaria
fanática es imposible que se pueda alcanzar un acuerdo de paz, a pesar
de la voluntad de Fatah en Cisjordania. Si la solución al conflicto
pasa por la convivencia de ambos estados en un territorio otrora
compartido, es vital crear las condiciones para sociedades prósperas
que ofrezcan seguridad a sus ciudadanos. Aunque los halcones israelíes
clamen por ocupaciones, muros y bloqueos.

Por supuesto que es difícil hacerse ilusiones cuando la sangre corre
por las calles y están incendiadas las pasiones. Hoy los palestinos de
Gaza y los israelíes están envueltos en una centrífuga que dispara
lejos de la mesa los argumentos racionales, con el peligro de
arrastrar consigo los radicalismos en distintas partes del mundo. Pero
si la comunidad internacional es capaz de contener este estallido y
los gobiernos moderados conducen el debate por un cauce constructivo y
pragmático, una vez que se apague el fuego (que en algún momento se va
a extinguir) existirá otra oportunidad para resolver este letal
conflicto, tan añejo como peligroso.

Negar la ventana de esperanza y enterrar el diálogo bajo la pólvora
solo servirá para darle más energía a esta espiral letal. Y los
muertos de los últimos días seguirán llamando a otros muertos con la
voz del odio y la venganza.

1/06/2009

ABRAZO DE NUEVO AÑO

El año pasado no me dispensó una visita, así que inevitablemente está
más cerca. Soy afortunado, tampoco besó a mis seres queridos,
regalándonos unos días más de compañía. Hoy puedo abrazarlos y
decirles cuanto los amo. ¿Mañana? Tomorrow never knows, como dicen los
Beatles.

También se que el año pasado, como cada año, visitó a millones de
personas, llevándose consigo a esposas, padres, hijos, amigos. De este
lado quedaron los que se comieron las uvas recordando a los que se
fueron. Algunos, quizás muchos, pensando en lo que no dijeron cuando
aún estaban a tiempo. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que la vida es
una casualidad? La pregunta que Alberto Barrera se repite es su libro
La enfermedad, es una interrogante que viene amarrada a otra, mucho
más añeja. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar el carácter inevitable de
la muerte?

En su búsqueda global de la felicidad para escribir La geografía de la
dicha, el periodista Eric Weiner conoció en Bután a Karma Ura, quien
le recomendó pensar en la muerte cada día, por cinco minutos, como una
manera de ser más feliz en esta vida. Porque como dice el Dhammapada,
cual torrente que arrasa un poblado, así la muerte se lleva consigo lo
que atesoramos. Cuando ésta llega con todo su poder, hijos, parientes
y amigos no pueden detenerla.

Durante años creí que la mejor manera de espantar a la pálida era
evitando nombrarla. Como si bastara con el silencio para escaparle o
esconderle a mis seres queridos. Hoy entiendo que de nada sirve ese
engaño. Pero el hecho de aceptarla, ¿me servirá de algo cuando venga
de visita? Una cosa es el razonamiento intelectual y otra la
experiencia en carne propia, y si los pensamientos pueden servir de
guía a los sentimientos, quizás esta sea una manera de enfrentar mejor
las pérdidas.

¿Será este el año cuando aparezca? La pregunta poco a poco va
perdiendo gravedad, porque a final de cuentas, saber la respuesta no
ayudará a cambiar las cosas. Abrazar el presente, abrazando así lo que
amamos, conscientes de la temporalidad de ese abrazo, es la mejor
manera de comenzar el nuevo año. Y quizás sea la mejor forma de honrar
a los que se quedaron con el año viejo. Si existe un momento para
hacer las paces, para decir te amo, para enmendar errores, o iniciar
esa conversación que durante tanto tiempo hemos anhelado, sin lugar a
dudas que es ahora mismo. Porque time waits for no one, como dice la
canción de los Stones.


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