9/26/2009

PARA LUEGO ES TARDE

Aún no huele mal en Dinamarca, pero a dos meses de la Conferencia Mundial de Cambio Climático en Copenhague, la falta de un acuerdo sólido y efectivo es preocupante. Si la recién finalizada Cumbre de Naciones Unidas sirve de termómetro, el diagnóstico es reservado: el pulso de las propuestas es débil y los compromisos firmados lucen fríos ante la realidad. En Nueva York los líderes reunidos coincidieron en la urgencia de actuar coordinadamente. Pero ninguno precisó el camino.

"La ciencia nos deja sin espacio para la inacción" declaró Rajendra K. Pachauri, Jefe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, al referirse a los actuales niveles de emisiones. El problema se enuncia fácil: o los gobiernos alcanzan un acuerdo global, o el mundo tal y como lo conocemos será historia. ¿Exageraciones? Dígaselo a Mohammed Nasheed, presidente de las islas Maldivas. Su país podría estar totalmente bajo agua a finales de este siglo. El gran problema es cómo conciliar los intereses nacionales. That´s the question.

Dos países están obligados a liderar. China y los Estados Unidos representan el 40% de las emisiones así que toda solución pasa por ellos. Hu Jintao prometió ante la ONU una notable reducción de su huella de carbono en relación a la producción, además de plantar millones de árboles y generar más energía nuclear. Barack Obama insistió en que la transición hacia una economía verde esta en camino y que las fuentes energéticas renovables, impulsadas por una ley que espera la aprobación del Senado, transformarán a EEUU en una potencia ecológica. El cumplimiento de las promesas está por verse.

Rumbo a Copenhague ninguna señal es tan esperanzadora como el entusiasmo que lo verde ha despertado en la industria privada. No solo por responsabilidad, sino especialmente por el negocio en ciernes. En paralelo a la cumbre de la ONU se realizó en Nueva York la Semana Climática, donde líderes del sector público, corporativo y civil abrieron las ventanas de la innovación y las nuevas tecnologías. Y lo que salió de esa sala fue un poderoso rayo para energizar a los gobiernos. Lars Joseffson, CEO del gigante energético europeo Vattnefall lo puso muy claro: "nada daría mayor confianza al mundo que sus líderes cambiaran el curso hacia un futuro más sustentable"

El momento es ahora, en Copnehague, o tendremos que vivir con el agua al cuello. 

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9/17/2009

LA PAZ SEA CON CUBA

Espero que tras del Concierto por la Paz de Juanes vengan muchos otros. Embargar la comunicación es asfixiar a los ciudadanos y los cambios en la isla serán posibles solo si los cubanos alimentan su espíritu libertario. Sin idealismos: medio siglo de dictadura no se evapora con unas canciones, pero en la medida que los cubanos vean el mundo en su absoluta y fascinante diversidad, más allá de la cartilla y la versión oficial, el lento fuego del poder ciudadano llevará a punto de ebullición el caldo de los cambios por venir. La pasada semana el Royal Ballet of London ofreció cinco funciones a casa llena en La Habana y a finales de año la New York Philharmonic estará dando un concierto en la isla, así como el año pasado tocó en Corea del Norte.

De nuevo, sin ilusiones. Cuba necesita más que arte. Allí hace falta comida, jama, como dijo Pánfilo frente a las cámaras antes de ser arrestado. Y hace falta libertad como lo saben los presos políticos. Y hace falta respeto a los derechos humanos, como saben los familiares de los fusilados. Cuba necesita que el mundo entienda su drama más allá de las gangas en Varadero, la lujuria por las jineteras, la sabrosura del son y el intelecto izquierdo erotizado de Oliver Stone. Necesita que los cubanos tomen el control de su destino para que desaparezca el miedo y arraigue la convicción de que un líder, una revolución, un gobierno y una ideología son legítimos en la medida que faciliten el bien común de todos los ciudadanos y no solo de quienes se arriman al poder.

De alguna manera pienso en Cuba y también en Venezuela.

Al momento de escribir no se si Juanes rimó paz con libertad. Tampoco se si un coro espontáneo, una pancarta, un grito, demostró que en la Plaza de la Revolución existe gente cansada comer doctrina, desilusión y dictadura en el mismo plato. Pero de algo si estoy seguro: un pueblo no puede ser castigado por su gobierno y las sanciones a un régimen no deben ser vehículo para debilitar a sus ciudadanos. Especialmente aquel que puede entender la paz como algo mucho más completo, integral, demoledor y transformador que una paloma blanca. El cubano que no se come más el cuento del "hombre nuevo" y quiere sentir que la tierra donde nació es la tierra donde puede realizar sus sueños.

Juanes cree que la paz comienza por dentro. Y los grandes cambios también.  www.elibravo.com/caldo.php

 

9/03/2009

TODAS LAS DE PERDER

Pocas situaciones peores a meterse en una guerra que jamás será ganada. Allí está ahora Barack Obama: en una "guerra necesaria", según sus palabras, a diferencia de la guerra inventada de Irak, que sumada a la batalla doméstica por reformar el sistema de salud, le está abriendo un agujero a su oficina oval. Quizás a finales de año la Casa Blanca vea la recesión por el retrovisor. Incluso, ojalá, en 2010 el desempleo transite por la bajadita. Pero Afganistán, que lo digan los ingleses y los soviéticos, es plomo de otro costal.

Mientras el apoyo a la guerra disminuye, menos de la mitad de los estadounidenses aprueba un incremento de tropas. Si bien el hombre a cargo, el general McChrystal, recomienda un cambio de estrategia, todavía no ha pedido refuerzos. Pero Agosto ha sido el mes de mayores bajas y la insurgencia gana terreno. Para remate, las elecciones resultaron un fracaso por la baja participación y el fraude rampante. Una segunda vuelta pondrá al descubierto que entre el actual presidente Karzai y su rival Abdullah, la diferencia es una cubierta de por medio en el Titanic. Como apunta The Economist en su editorial "incluso tomando un camino de rosas, esta guerra será más costosa, y peor, antes de mejorar".

Llegó  la hora en que Obama debe venderle la guerra de Afganistán al ciudadano común, y como ha revelado el pulso en torno a la reforma de salud, su halo tiene problemas de cobertura. La presión por una retirada aumenta en Washington y el presidente tiene que decidir si enviar o no más tropas. Personalmente, esta guerra, como todas, me pone en una situación incómoda: por más argumentos que me ofrezcan, desde eliminar un refugio de terroristas, hasta evitar que la caída de Afganistán sea el caldo de cultivo de un mega conflicto regional, lo cierto es toda guerra me parece estúpida. Guerrear para alcanzar la paz es tan incongruente como mentiroso. Al final, los que ganan con la guerra, desean seguir batallando.

Pero la realidad no transita siempre por los rieles del idealismo. Cuando Irak entró en barrena, un incremento de fuerza alivió el desastre. Pero aún así, cada día que estalla una nueva bomba en Bagdad retumba la advertencia: nadie gana una guerra, no completamente. Irónico, quizás Obama encuentre una guía en la experiencia del último año de George W. 

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