11/26/2009

CENA TRADICIONAL

Otro año más sin cocinar el pavo, asunto que en Estados Unidos es un rito: llega el día de Acción de Gracias y toca ensayar alguna técnica para hornear el animal a como de lugar. Claro que jamás faltan los prácticos que compran su pavo para llevar, pero igual se enfrascan en algún método enrevesado que bañe de nobleza al acto de recalentarlo. Para los nativos la búsqueda del pavo perfecto es motivo de orgullo, y al ver a mis amigos inmigrantes intercambiando recetas para celebrar el "San Givin", me vienen a la mente aquellas señoras italianas que en Caracas se entregaban con pasión a sus hallacas. De tanto insistir llegaba el día cuando lograban la sazón criolla, hazaña que los hijos aplaudían en la mesa y el marido celebraba diciendo ottimo, ora il panettone.

El acento siempre nos delata, y a pesar de mi esfuerzo por dominar las anárquicas vocales ingleses, con sus cinco años ya mi hija Isabel me corrige la pronunciación. A sus tres Andrea prefiere el español, pero bastan unos minutos con sus amigas para que pida un glass of water. Ambas adoran las arepas y las hamburguesas, cantan la gallina turuleca y Old McDonald, pero sobre todo, saben que Caracas esta coronada por una montaña y Miami se rinde ante al mar. Estas criaturas biculturales, sin saberlo, cada día me aportan más claves para entender su país, y que finalmente, con tantos años acumulados, también se ha hecho el mío.

Bien sabido es que buena parte de nuestra identidad se forma en la mesa. Hay en los sabores una herencia cultural que a lo largo de los años nos sirve como una excusa para celebrar y recordar. Quizás por ello este año decidimos servir hallacas el día de Acción de Gracias. Eso si, por encargo y vegetarianas, es decir, con un poco de tradición, otro tanto de comodidad y una pizca de absurdo, porque ningún guiso sin tocino o gallina puede vanagloriarse de exquisito.

Lo que me trae de vuelta al pavo que perdonamos por tercer año consecutivo. Cuando eres inmigrante puedes abrazar como un salvavidas las tradiciones de la nación que te acoge o puedes refugiarte en las de tu país de origen. Pero quizás más sabroso es hacer una combinación espontánea, multisápida y aventurera. Un bocado de aquí, una pizca de allá, dos tazas de los recuerdos de infancia y tres cucharadas del adobo del presente, hasta alcanzar el sabor de una identidad en transición. Así cada quien puede construir su patria sin necesidad de sacrificar al animal. 

www.elibravo.com/caldo.php

11/19/2009

TUDO BEM

Al decir Brasil la imagen que viene a mi mente no es la garota de Ipanema sino una larga carretera. Hace 15 años conduje mi auto desde Caracas hasta Salvador de Bahía en un viaje inolvidable, con la fantasía de encontrar al final del camino esa imagen de postal idealizada. Me tomó casi un mes fotografiar a una bahiana en el Pelourinho y comer acarajé. Primero tuve que atravesar casi 800 km de selva entre Boa Vista y Manaos, descender en gabarra por el Amazonas, a ratos tan ancho que las riberas se perdían de vista, bailar el año nuevo en las empobrecidas calles de Sao Luís de Maranaho y rodar entre los cañaverales de Pernambuco viendo los rostros tiznados de los obreros semiesclavisados.

Al llegar a Salvador y contemplar A Baía de Todos os Santos mi admiración por Brasil era tan grande como su territorio. El país surfeaba una de sus crisis recurrentes tras superar la hiperinflación del Plan Cruzado y sufrir el contagio del Efecto Tequila. Aún así, era posible sentir la fuerza con que giraban las ruedas del progreso en Brasil. Y eso que en sus rodovias abundaban profundos buracos capaces de reventar el neumático más tenaz.

Finalmente la carretera brasileña ha desembocado en el parador del éxito. Su historia reciente es un caso para entender la creación de riqueza a partir de un Estado protector y un astuto y competitivo sector empresarial. Es cuestión de años para que su economía sea la quinta del mundo, y a diferencia de otras naciones emergentes como India, China y Rusia, es un país sin tensiones étnicas, democrático y pacifista. Sin dudas Brasil es el gran actor en América Latina, tejiendo una red de influencias que le garantiza muy buenos negocios.

¿Todo gracias a Lula? El consenso es que Da Silva heredó los frutos de Fernando Cardoso, ha tenido la fortuna de un ciclo favorable con las materias primas y ha sido inteligente al manejar el libre mercado con una buena dosis de tropicalismo. Pero lo más importante ha sido la clara visión de la clase política y empresarial al construir una economía interna capaz de impulsar a sus multinacionales para que conquisten el mundo.

Seguramente que todavía en el noreste la pobreza se asienta a la orilla del camino y en las riberas del Amazonas faltan servicios y comodidades. Pero existe una esperanza y hay resultados concretos. Brasil siempre ha combinado el orgullo nacional con una alegría contagiosa, y ahora a felicidade llega con un Mundial, unos Juegos Olímpicos, y un futuro que se dispara como un cohete. 

www.elibravo.com/caldo.php

11/12/2009

AMURALLADOS

Los que tienden muros están condenados al fracaso. Le sucede a los israelíes con los palestinos, a los gringos con los mexicanos, a los ricos con los pobres. Si no quedan para atracción turística, como en China, terminan siendo un souvenir como en Berlín. Sean reales, digitales o cartográficas, por fronteras y barreras termina colándose aquellos  que se esperaba aislar. Digamos que no hay muro que dure cien años ni sociedad que lo resista. O quizás convenga reducir el compás. Ya veinte años son mucho tiempo en este planeta acelerado donde la obsolescencia nos sigue como una sombra.

De todos los muros ninguno tan nefasto como los mentales. Cuando un individuo cerca su razón, para luego echarse candado sobre el entendimiento, muere tapiado por su propia voluntad. Si la empalizada es impuesta desde afuera, porque la ideología levanta un sitio o el poder se traga las defensas, el resultado es similar: una enfermedad de ismos que va aislando al ser humano con la fantasía grupal de una certidumbre. Racismo, nacionalismo, clasismo, voluntarismo, fanatismo... sin dejar por fuera el idiotismo.

Tumbar esos muros mentales resulta más difícil que echar abajo una pared de bloques porque la voluntad humana puede ser tan fuerte como su obstinación. Y cuando los amurallados se contagian de la necesidad de transmitir su murallitis al resto del mundo, se empeñan en meter a todos en su pared. De lo contrario, al que se resista, se le condena a ser tapiado con plomo o con palabras. Dentro de la muralla todo, fuera de ella nada.

Afortunadamente, y no creo ser excesivamente ingenuo, los humanos estamos mas aguzados ante las murallas. Que los veinte años de la caída del muro de Berlín haya sido  una noticia global no es solo beneficio de la cobertura mediática, también demuestra que existe una conciencia emergente, una que no se podía concebir, digamos, cuando la Inquisición resolvía sus asuntos quemando inocentes o la Revolución fusilaba a sus enemigos.

Por supuesto que todavía hay un montón de muros en el mundo, incluso cada vez más sutiles. Pero lo que ha demostrado la historia es que uno a uno han ido cayendo, precisamente porque resultan anacrónicos, obsoletos y absurdos.

¿Que tal si en lugar de murallas nos enfrascáramos en la tarea de abrir puertas y ventanas? Así podríamos refrescarnos con luz y viento fresco, pero sobre todo, podríamos abrir nuestras vidas al mundo que nos rodea. 

www.elibravo.com/caldo.php

11/05/2009

CRIMINALES Y SUS COMPLICES

En América Latina resulta fácil toparse con una bala. La probabilidad de que un joven latinoamericano sea víctima de homicidio es 30 veces mayor a la de un europeo, según declaró José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, durante la II Cumbre de Seguridad Pública de las Américas. Peor que cualquier peste o crisis económica, el problema es crónico en la región: la tasa de homicidios duplica el promedio mundial, el costo económico representa el 15% del PIB, y según la encuesta Latinobarómetro de 2007, el 63% manifestó que su país es muy inseguro. El Salvador es el país con la mayor tasa de homicidios del continente con 59 por cada 100 mil habitantes. Caracas es la ciudad más letal del planeta, con 153 muertes por 100 mil habitantes.

Pero ninguna estadística es tan contundente como la llamada telefónica para decirle que "a fulanito lo mataron". ¿Cuántas ha recibido usted este año?. Los números no tienen rostro y los deudos se diluyen entre los gráficos. Como agravante, el subregistro criminal es pasmoso: la OEA calcula que el 25% de los casos de violencia no se denuncian, entre otras razones, porque el 15% de los latinoamericanos y caribeños no tienen papeles que los identifiquen.

Además los responsables se diluyen tras la impunidad, la corrupción y las cortinas de humo. Y acá me refiero no solo a los delincuentes, sino también a las autoridades, cómplices de esta tragedia desde el momento en que renuncian a sus funciones.

El caso venezolano es emblemático para entender cómo la política agrava la epidemia de inseguridad. Para la administración Chávez es asunto de una estrategia desestabilizadora y manipulación mediática. Desde el joven tiroteado en un ajuste de cuentas por tráfico de drogas, hasta ciudadanos masacrados en la frontera, la respuesta es huir hacia adelante, ocultar las cifras semanales de homicidios y desmarcarse de responsabilidades. Lo más sorprendente es que la población no le atribuye la culpa al gobierno, pero tampoco es capaz de orquestar un movimiento nacional en contra de los criminales. Como sucede en El Salvador, y de cierta forma en zonas de México, Guatemala y Brasil, los ciudadanos son rehenes de los delincuentes y víctimas de los gobiernos que no saben, no quieren, o temen enfrentarlos.

Las causas de la inseguridad en América Latina son tan complejas como sus soluciones. Pero esto no puede ser excusa para el desangramiento. Claudicar no es política de gobierno, y mucho menos, politizar la muerte en función de escurrir el bulto.  

www.elibravo.com/caldo.php