Si estos juegos se pudiesen usar como una ventana al futuro, entonces el panorama es claro: este será el siglo del Dragón. El crecimiento de la economía china, su masiva transformación social, el peso específico que ha ganado en la comunidad global y su medio centenar de medallas de oro nos hablan de un regreso al pasado. En el año mil la Dinastía Song regía sobre el imperio mas desarrollado y populoso del planeta; y asuntos de la circularidad histórica, acá estamos presenciando el regreso del panda. Olvídese del Made in China. Ahora lo que viene es China Rules.
¿Exageraciones? Puede que si. Todavía Washington tiene más músculo que Beijing y juega en un terreno que construyó según sus necesidades. Pero la pelota no se detiene y los chinos son cada vez más rápidos, fuertes, y por qué no, tienen mayor estatura internacional. Por supuesto que el fin de la historia no llegó jamás, así que en el futuro nos tocará entender el mundo con otras reglas. Las que China quiera impulsar, aprender y compartir. En la medida que su orgullo, nacionalismo y ambiciones busquen sincronizar con la comunidad global podríamos tener un nuevo héroe en el podio. Pero siempre existe el riesgo de que el dragón se alce para ser un bully, como ha sucedido con todos los imperios incluyendo EEUU, y entonces la lumpia podría indigestar a todo el planeta.
La Pax Americana tras la segunda guerra fue en cierta medida una Golden Age. Pero todo indica que los tiempos están cambiando, como diría Bob Dylan. Esta Shi Jin que Beijing 2008 nos anuncia será una era donde competirán diversos sistemas, intereses y modos de ver el mundo. Ojala la dinámica evolucione de la manera más olímpica posible y no nos encontremos ante un choque de trenes. O quizás debería decir, de misiles.
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