2/13/2009

MAS ALLA DE LAS PALABRAS

No se si voy a votar. Cuando mi amigo soltó la perla durante el
almuerzo, casi me ahogo. ¿Para qué?, así no cambiarán las cosas. Lacé
una mirada fulminante, e inmediatamente recogió el guaral. Bueno,
tampoco es perder el tiempo, pero ¿tú crees que vale la pena? Tomé
medio vaso de agua antes de responderle. Era uno de esos mediodias
templados en Miami, cuando uno es capaz de olvidar el baño turco en el
que se convierte esta ciudad durante el verano.

Para entender el abstencionismo, conviene estudiar el caso de Miami.
Las aproximaciones oficiales dicen que somos unos 80 mil venezolanos
en Florida. Hay quienes aseguran que la cifra llega al cuarto millón.
Difícil saberlo, con tanta gente que va y viene. En todo caso, hasta
el New York Times ha dedicado su primera página al crecimiento de la
comunidad venezolana en los últimos tiempos. Por eso sorprende saber
que hay poco más de 15 mil en el registro electoral del consulado, y
esto incluye a los residentes de las Carolinas y Georgia.

- Nadie te obliga a votar- le dije- pero al dejar de hacerlo, nadie
estará en la obligación de escucharte.

No es un secreto que Miami jamás le entregará a Hugo Chávez las llaves
de la ciudad. En estos predios es persona non grata, y no solo entre
los venezolanos. Aquí el discurso en torno al comandante alimenta los
medios y las sobremesas, regalándole al análisis, la especulación y el
ensueño horas de vuelo. Y también acá, como en todas partes, sobran
los que sienten hervir la sangre cuando hablan de política, pero a la
hora de que sus palabras cuenten, se enfrían como chicha.

- Mucho se ha escrito sobre el país polarizado, de los extremos y el
radicalismo. – seguí tras un breve silencio- Pero quizás sea la hora
de entender cómo es posible que tanta gente como tú, con la capacidad
de decidir el rumbo de las cosas, prefiera guardar silencio el día
cuando una acción vale más que mil palabras. Se espera que esta sea
una consulta cerrada, y si los que piensan en abstenerse salieran a la
calle, su voto tendría un valor determinante.

- ¿Y cómo se que mi voto será respetado?

- Esa coartada suena gruesa, pero te olvidas de algo: hay miles de
voluntarios que han puesto su tiempo, inteligencia y entusiasmo para
que la voluntad popular no se vaya por las grietas. ¿Cómo decirlo?
Creo que hay una buena dosis de tontería al pasar horas opinando desde
las gradas, cuando tienes el privilegio de entrar al juego y voltear
el marcador.

Pagamos a medias, como es costumbre. Pero a él le tocó dejar la propina.

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