8/06/2009

GANDOLA SIN FRENOS

Cuando lea esta columna es posible que el número de emisoras silenciadas haya sobrepasado la treintena. La revolución apresura su marcha y Agosto promete llevar al autoritarismo por la vía expresa. Con la ley electoral en la alcabala ejecutiva, la de educación avanzando por el hombrillo y la de telecomunicaciones calentando motores a la sombra de CONATEL, solo falta otra Habilitante para que Hugo Chávez descienda como gandola sin frenos sobre los ciudadanos. Aplastar es una manera de gobernar, y en su caso, pareciera no conocer otra.

Dos observaciones ante el tonelaje de este Agosto arrollador. La primera se refiere a sus víctimas. No son las emisoras de radio, o las escuelas, o los votantes los objetivos a embestir. En realidad se busca convertir la libertad en chatarra y al individuo en escombro. Hace un tiempo la estrategia era el choque selectivo, pero ahora el gobierno conduce sus acciones por la calle del medio: apártate o te aplasto.

La segunda, más sintomática del miedo y el oportunismo, se percibe en las filas oficiales. Observando tantas barbas arder, pareciera una lógica de sobreviviente poner la militancia en remojo. Además, con un gobierno dispuesto a comprar afectos, resulta conveniente vestir de rojo y pescar algún buen negocio. El caso de la radiodifusión es emblemático: los profesionales más grises y mediocres que he conocido ahora cazan güiro a la espera de una concesión. No es que la actitud resulte sorprendente, lo que si me intriga es ver a gente con materia gris bajo la cabellera que todavía se uniforma con el discurso oficial. Puedo entender que la plataforma gubernamental les ofrezca una aparente seguridad laboral y una sensación de poder muy estimulante, pero ¿desde cuándo el periodismo es un ejercicio de relaciones públicas a favor del gobierno?

Sangrando por la herida, al periodismo radial le ha tocado recoger las angustias de la población, y a la vez, defender la profesión. El mensaje ha sido claro: lo que está sucediendo con la radio es parte de un atropello de mayor envergadura que dejará al país reportando una pérdida total.

Y para mis colegas en los medios gubernamentales, una pregunta final. ¿Se aferran al micrófono por vocación, dinero, miedo o convicción? Y según la respuesta, va la repregunta. En un periodista ¿la militancia revolucionaria funciona como bujía, venda, velo o mordaza?

No me respondan ahora. Esperen al día de mañana, cuando vean la gandola de frente y ya no ocupen el asiento del conductor. 
 

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