El pasado 22 abril, Día Mundial de la Tierra, el nivel del debate ambiental distaba mucho del que existía en 1970 cuando la ONU decretó la fecha. Sin duda hemos avanzado: hoy en día existe el diagnóstico, la tecnología y la posibilidad de un mercado y una política verde. Además existe la urgencia ante la amenaza a nuestras vidas.
¿Y qué hace uno? Cambiar hábitos de consumo, tener conciencia del impacto ambiental en todo lo que hacemos y presionar para que la ecología no sea moda sino compromiso de acción a todo nivel. Un cambio que no sucede de golpe, sino es una adaptación gradual, un proceso que se inicia al momento que dejamos de ver el ambiente que nos rodea como algo ajeno y comenzamos a entenderlo como una extensión de lo que somos. Los árboles como nuestros pulmones. El agua como nuestra sangre. La tierra como nuestro cuerpo. ¿No son los mismos elementos combinados en distinta forma y proporción? Nuestro destino está inevitablemente ligado al del planeta en el que vivimos. Así como no podemos atentar contra nuestro cuerpo físico sin sufrir consecuencias, lo mismo sucede con nuestro cuerpo ambiental.
¿En algún momento has cambiado alguna conducta por el daño que causa a tu salud? Quizás algo similar puedes hacer en tu vida cotidiana por la salud del planeta. Una pequeña decisión hoy, un nuevo hábito la semana que viene, y a la vuelta de un año podrás estar viviendo, sin darte cuenta, una vida más verde y en mayor armonía con este mundo, el único que tenemos. Imagina además que millones de personas hacen lo mismo. You might say I´m a dreamer, but I´m not the only one.
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