1/16/2009

ASUNTO DE VIDA

¿Cómo escribir sobre la enmienda constitucional, sabiendo que este mes
asesinarán a casi mil personas en toda Venezuela? Frente a ambos temas
no es difícil establecer prioridades. Sobre todo cuando las víctimas
tienen dolientes y soy uno de ellos. Esta semana mataron en Caracas al
hijo de una buena amiga. Por eso me desconcierta la energía que
invierte la Asamblea Nacional en promover la reelección indefinida,
mientras un millar de venezolanos se desangran en las calles, número
similar a las víctimas fatales en la insensata guerra de Gaza. Pero no
veo diputados con un lazo negro en la solapa en solidaridad con las
madres venezolanas que día a día entierran a sus hijos. Eso si,
abundan las kefias en estos tiempos de militancia.

Está más que claro, toda vida cuenta, sean palestinos, israelíes,
venezolanos o de cualquier otra nacionalidad. Los diputados no fueron
electos para decidir cuáles muertos resultan más importantes. Pero eso
si, están en la Asamblea para hacer cumplir el mandato constitucional
que garantiza la vida a todos sus conciudadanos.

¿Por qué el presidente y los diputados le escapan al debate sobre la
inseguridad?

La respuesta es sencilla: porque no afecta sus intereses.

El drama de fondo con las cifras de homicidios es que la población
venezolana ha asumido el crimen como una condición intrínseca a sus
vidas. Un asunto que traspasa la responsabilidad del gobierno y es
consecuencia del "estado de las cosas". Algo así como una condición
socio-cultural que nadie controla y ni puede solucionar. El resultado
es que la responsabilidad se diluye, y peor aún, se politiza:
denunciar la inseguridad es atacar a la revolución.

Una lógica perversa y una estrategia electoral: el silencio de Hugo
Chávez ante diez mil homicidios anuales parece decirnos "si la
población no me obliga a actuar, entonces no me enredo en un problema
que no se cómo solucionar". De nada sirve que con cierta regularidad
el Ministerio para Relaciones Interiores o la policía publique cifras
masajeadas. El debate de fondo, y la determinación de
responsabilidades, es un asunto de vida que el gobierno no quiere, no
sabe, y sobre todo, no está interesado en ofrecer.

Así que quizás conviene que reformule la pregunta inicial

¿Cómo votar ante una enmienda constitucional, sabiendo que en los
últimos diez años han asesinado a más de 80 mil personas en Venezuela?

En las urnas está la respuesta.


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