3/19/2009

PONCHAO EN SILENCIO

¿Se merecía Magglio Ordóñez los abucheos del público en el Clásico
Mundial? Si pensamos que la respuesta depende de cuál tribuna hayamos
escogidos para sufrir el juego, estamos ponchados. Pitar a Magglio por
chavista es caer en la estrategia del manager revolucionario: divido y
venzo. Lo más corrosivo de la década bolivariana ha sido la
polarización y la intolerancia como arma política, y si desde ambos
lados del estadio arrojamos más gasolina a ese fuego, reducimos a
cenizas los argumentos.

Pero si nos ubicamos detrás del home y cantamos el partido según las
reglas, el juego cambia. Magglio es un grande liga que ha saltado a la
arena pública para hacer propaganda partidista y negocios con el
gobierno, esto último y según se ha denunciado, amparado por sus
conexiones con gobernadores y alcaldes, en procesos de adjudicación
muy opacos y en condiciones de favoritismo reñidas con la ética, y
probablemente, con la ley. Lo de hacer propaganda es su derecho y eso
tiene un costo a los ojos de la fanaticada. Lo de hacer negocios es su
potestad, pero hacerlos de la manera como presuntamente lo ha hecho
tiene implicaciones legales, y sobre todo, una responsabilidad a los
ojos de los venezolanos.

Recto al plato: no creo que Magglio debió ser abucheado. Lo que
merecía era un silencio absoluto. Un silencio que en ese contexto del
Mundial de Béisbol no era cómplice, sino denunciador: como pelotero
mereces estar en la selección, pero como individuo no mereces la
aprobación a tus acciones fuera del terreno. Un silencio que respetara
al resto de los jugadores, pero que Magglio lo sintiera en el bate. Y
de nuevo, no por chavista, sino por aprovecharse de ello.

¿Es condenable hacer negocios con el gobierno? No, en la medida que se
haga de manera transparente. ¿Se investigarán los negocios de Magglio
en Venezuela? Primero lloverá para arriba. ¿Quién tiene la vista más
gorda: la Contraloría o MLB? A juzgar por el escándalo de los
esteroides, los gringos, porque en Venezuela la justicia ha demostrado
ser antiparabolizante. ¿Ser rico es malo? Pregúntele a Ordóñez.

Si algo a puesto en evidencia esta situación es que las pasiones, tan
energizantes en un juego de béisbol, resultan peligrosas a la hora de
enfrentar el debate político. Y lamentablemente, en Venezuela todo se
ha politizado al extremo. Asunto que seguro llena de satisfacción a
Hugo Chávez, porque ese es el juego que le gusta jugar.

Yo no te hubiera abucheado, Magglio. Pero no te aplaudiría, aunque
conectaras un Home Run.

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