5/21/2009

CAMBIO DE MAREA

Durante años la política climática de los Estados Unidos fue sencilla:
ignora el problema mientras puedas respirar. Ahora las aguas corren en
otra dirección. En el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de
Representantes existe un ambicioso proyecto de ley, que de ser
aprobado por el Congreso, transformaría a este glotón de combustibles
fósiles en un consumidor inteligente con preferencia por la dieta
renovable.

El proyecto Waxman-Markey se propone impulsar la energía limpia,
aumentar la eficiencia de todos los sectores, limitar las emisiones de
gases invernadero y proteger a la industria y los ciudadanos durante
la transición a una economía verde. En sus 900 páginas se crean
medidas para todos los gustos: incentivos a la compra de autos
híbridos, impulso al uso del carbón sin liberar sus contaminantes,
creación de un mercado de bonos ecológicos para facilitar el
cumplimiento de las regulaciones y eventuales tarifas a los productos
importados de países altamente contaminantes, entre miles de otras.

A los Republicanos el proyecto les gusta muy poco, alegando que
significará un impuesto a la energía, mientras que algunos Demócratas
no lucen convencidos al sentir que se han hecho demasiadas concesiones
a la industria a fin de ganar apoyos. Al Gore, quien se ha involucrado
directamente en la campaña para ganar los votos de los congresistas,
insiste en el argumento del interés nacional y el compromiso moral con
un problema que crece ante nuestras narices. Y amenaza con taparlas.

Es muy poco probable que el proyecto Waxman-Markey sea aprobado antes
de diciembre, cuando se celebre en Copenhague la Cumbre Mundial de
Cambio Climático. Más para ese entonces, habiendo iniciado un debate
de esta envergadura, Estados Unidos llegará con una nueva imagen,
mayor liderazgo y propuestas claras. Un cambio de marea total en la
política ambiental del mayor consumidor de energía del mundo, y ahora,
el segundo emisor de gases invernadero. Ese dudoso primer lugar lo
ganó China, donde la prioridad gubernamental es el crecimiento
económico y no el ambiente.

Finalmente el sistema político pareciera responder y los ciudadanos no
podemos desentendernos. Un reciente estudio del Centro Pew reveló que
el calentamiento global es el problema político de menor relevancia
entre los estadounidenses. Y en el caso de China, a solo el 24% le
parece un asunto grave, convirtiéndose en el país mas despreocupado al
respecto.

Hasta que nos llegue el agua al cuello.

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