5/29/2009

CAMINO AL SER

Casi todos soñamos con viajar a un lugar especial. Hacerlo, pensamos, será vivir una experiencia que cambiará, o al menos, dará mayor sentido a nuestras vidas. A medida que pasa el tiempo ese sueño puede convertirse en una necesidad. También, se nos puede dormir tan profundamente que terminamos por olvidarlo, hasta que nos topamos con la muerte y entonces despierta para reclamar el descuido. Para ese viaje solemos esperar el momento ideal, es decir, el día cuando nuestra determinación madure.

Hace una semana, Luís, compañero en el shala, podría haber pensado que había perdido su momento. Practicante avanzado de yoga, durante año hizo planes de viajar a Mysore, en India, para estudiar junto al maestro Pattabhi Jois. Como el viaje requería un mínimo de un mes y el trabajo en su oficina abundaba, lo fue postergando. El pasado 18 de mayo el cuerpo de Guruji, como le decían cariñosamente sus alumnos, finalmente se extinguió.

Considerado el maestro más influyente del Yoga Ashtanga, una exigente disciplina que combina fluidez del movimiento, control de la respiración y el enfoque de la vista, Pattabhi Jois nació como un brahmán en la luna llena de Julio en 1915. A los 12 años conoció a su gurú, y a los 14 se mudó a la ciudad de Mysore, donde el Marajá le encomendó que fundara la escuela de Yoga en la universidad local. En 1964 un belga se convirtió en el primer occidental en asistir a sus clases y para 1975 Patthabi Jois viajó a los Estados Unidos. Desde entonces su sistema se propagó por el mundo, con alumnos célebres como Madonna, Sting y Gwyneth Paltrow, a quien antes de conocerla, la imaginaba como un gringo alto y musculoso. Publicó un solo libro, Yoga Mala, una sencilla guía detallando las posturas de su sistema, con un prólogo donde traduce Yoga como el camino para alcanzar un objetivo.

Con la muerte de Pattabhi Jois, ¿perdió sentido el viaje de Luís? La oportunidad de que el maestro le tome con sus manos para contorsionarlo cual pretzel quedó atrás, si bien resta la posibilidad de que lo haga en otra reencarnación, si creemos en la trasmigración de las almas. Pero en esta vida, Luís sabe que aún tiene la oportunidad de viajar a Mysore y practicar en los salones donde Jois compartió su experiencia por más de seis décadas. "Cuando mi vida se acabe, solo quedará el Yoga" solía decir el maestro en sus últimos años.

También sabe que desde su manta puede viajar hasta allí cuando quiera. A fin de cuentas, el camino de Guruji conduce a un lugar que no está en los mapas, sino en el universo. 
 

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