9/03/2009

TODAS LAS DE PERDER

Pocas situaciones peores a meterse en una guerra que jamás será ganada. Allí está ahora Barack Obama: en una "guerra necesaria", según sus palabras, a diferencia de la guerra inventada de Irak, que sumada a la batalla doméstica por reformar el sistema de salud, le está abriendo un agujero a su oficina oval. Quizás a finales de año la Casa Blanca vea la recesión por el retrovisor. Incluso, ojalá, en 2010 el desempleo transite por la bajadita. Pero Afganistán, que lo digan los ingleses y los soviéticos, es plomo de otro costal.

Mientras el apoyo a la guerra disminuye, menos de la mitad de los estadounidenses aprueba un incremento de tropas. Si bien el hombre a cargo, el general McChrystal, recomienda un cambio de estrategia, todavía no ha pedido refuerzos. Pero Agosto ha sido el mes de mayores bajas y la insurgencia gana terreno. Para remate, las elecciones resultaron un fracaso por la baja participación y el fraude rampante. Una segunda vuelta pondrá al descubierto que entre el actual presidente Karzai y su rival Abdullah, la diferencia es una cubierta de por medio en el Titanic. Como apunta The Economist en su editorial "incluso tomando un camino de rosas, esta guerra será más costosa, y peor, antes de mejorar".

Llegó  la hora en que Obama debe venderle la guerra de Afganistán al ciudadano común, y como ha revelado el pulso en torno a la reforma de salud, su halo tiene problemas de cobertura. La presión por una retirada aumenta en Washington y el presidente tiene que decidir si enviar o no más tropas. Personalmente, esta guerra, como todas, me pone en una situación incómoda: por más argumentos que me ofrezcan, desde eliminar un refugio de terroristas, hasta evitar que la caída de Afganistán sea el caldo de cultivo de un mega conflicto regional, lo cierto es toda guerra me parece estúpida. Guerrear para alcanzar la paz es tan incongruente como mentiroso. Al final, los que ganan con la guerra, desean seguir batallando.

Pero la realidad no transita siempre por los rieles del idealismo. Cuando Irak entró en barrena, un incremento de fuerza alivió el desastre. Pero aún así, cada día que estalla una nueva bomba en Bagdad retumba la advertencia: nadie gana una guerra, no completamente. Irónico, quizás Obama encuentre una guía en la experiencia del último año de George W. 

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