9/11/2008

GOLPE ANUNCIADO

Que existan planes para tumbar a Hugo Chávez no debería ser noticia. Quien a hierro ha matado no puede aspirar a sombrerazos, y si bien es condenable toda acción inconstitucional e inhumana, es lógico que sectores radicales quieran volar al presidente. Que se investigue, se juzgue y se condene a los implicados en un proceso transparente y justo, si tal cosa es aún posible en Venezuela. Pero no puede el aparato propagandístico oficial meter en un solo saco a quienes discrepan del gobierno y a quienes buscan tumbar a Chávez. Si complace al chavismo llamarme pitiyanqui, bien sea. Pero jamás golpista.

La polarización y el maniqueísmo son caldo de cultivo para la manipulación, practica frecuente en el debate venezolano donde cada vez es más difícil encontrar una narración desinteresada de los hechos. Mientras tanto, las cosas siguen pasando: suben los lodos en el caso Antonini, se arriesga en el ajedrez bajo la sombra de Rusia, la inflación espachurra al otrora Bolívar Fuerte y mientras cae la cesta petrolera no bajan las cifras de delincuencia. ¿Cambiará la realidad porque se denuncie una conspiración?. El gobierno puede tener la sensación de estar reforzando la militancia y desviando la atención, pero la oposición hace bien al dejar que las autoridades y la justicia sigan su curso evitando que cambien las prioridades en la agenda.

Porque el magnicidio en pleno desarrollo no es el que estén gestando unos cuantos aventureros a la sombra. Es el que está sucediendo ante los ojos de todos los venezolanos: al dispararle a la instituciones y cortar cabezas en la burocracia, Hugo Chávez ha volado los fusibles de la democracia para crear un circuito cerrado que opera con energía revolucionaria que se mide en MegaReales, KiloPopulismo y MiliTares bien cebados.

Que no existan dudas en mi posición: todo acceso al poder por vía de la fuerza es injustificable. Todo asesinato un crimen que debe ser castigado. Pero también, y en un plano más relajado, me parece que el presidente debería inflar su ego: si nadie atentara en su contra sería la señal de que es un líder pusilánime.

Por último, quien ha sembrado odios no puede aspirar a un mar de caricias.

Fe de erratas: gracias a los lectores que acertadamente apuntaron mi error en la pasada entrega. Sarah Palin no es la primera candidata a la presidencia de EEUU. Fue Geraldine Ferraro en 1984.


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