11/02/2008

¿ PURAK BLABLAMA?

"Cuidado negro, ¡que una cosa es pedir agua para el cerro y otra es
llevarla hasta allá arriba!" Con estas palabras el viejo zorro adeco
buscaba frenar los bríos de un joven aspirante a la alcaldía de
Caracas en los años 90. Y sus razones tenía: tras ganar, el
prometedor Aristóbulo Iztúriz realizó una tibia gestión que trajo
pocas duchas matinales. Y es que del dicho al hecho hay un gran
trecho, porque la realidad es terca y concretar es un verbo difícil
de conjugar en presente.

Con el frenesí y éxtasis que rodea a Barak Obama hay que preguntarse
cuánto aire caliente encierran sus palabras. Carismático, cautivante,
inteligente y motivador, Obama ha sabido convertir la emoción en un
fenómeno electoral. Para los momentos que vive Estados Unidos tanta
pasión es buena señal, pero no resultará suficiente. Como sentencia
The Economist, su estrella será útil a la presidencia pero con ella
no resolverá todos los problemas que le esperan. La Oficina Oval no
es el lugar para ganar experiencia y la capacidad de ejecución de un
Obama Presidente sigue siendo un enigma; pero el aura que rodea al
Obama Candidato es sin dudas un verdadero activo político: su
liderazgo podría sacar del marasmo a una sociedad que busca nuevos
consensos, y a la vez, serviría para rescatar la golpeada imagen
internacional.

Pero ¿llevará agua al cerro? Sus promesas electorales vienen
acompañadas de un plan que resulta coherente y unos asesores que
pondrían su experticia. Si Obama es capaz de escapar al populismo y a
las presiones partidistas, sindicales o radicales de la izquierda, su
capital político le permitirá aprovechar la actual coyuntura para
impulsar a EEUU en una nueva dirección, quizás en una de esas
gestiones que harán historia.
Un buen candidato necesita saber hablarle al electorado. Un buen
presidente necesita saber la mejor estrategia para entregar
resultados al país. Hasta ahora Obama ha demostrado ser mejor
candidato que Mc.Cain, pero ¿será mejor presidente?

Toda elección encierra un componente de apuesta y en esta oportunidad
Barak Obama luce con las mejores cartas. Si luego demuestra ser un
bluff se perderá mucho más que la partida: se perderá un momentum
emocional capaz de impulsar al país hacia una verdadera transformación.

El juego está tan complicado que será difícil lograr una buena mano.
Y quizás Obama no sea un full house, pero si pudiera poner mi dinero
en la mesa lo arrimaría a su esquina con la esperanza de que sepa
jugarlo en el centro.

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