11/07/2008

YO LO VI

Quizás sea un recuerdo creado, pero la imagen está allí: la pequeña
sala del departamento en Houston, y frente al televisor blanco y
negro, mis padres emocionados de ver caminar al primer hombre en la
luna. Dicen que un niño de un año no tiene memoria, pero si tuviese
que recapitular los momentos inolvidables que he presenciado, aquel
20 de julio de 1969 sería el primero. Y hoy cuando escribo, el pasado
martes 4 de noviembre sería el más reciente.

Desde la sala de mi casa, pasadas las once de la noche, esto fue lo
que vi en alta definición: un hombre audaz y motivador, con un
discurso que inyectaba esperanza, cruzando un umbral acompañado de un
país que comienza a vivir una nueva era. Un Barak Obama, sobrio y
convincente, que dejó atrás la candidatura y habló como un
presidente. Como un hombre que sabe el tamaño del reto que le espera
y la necesidad de contar con su pueblo. También vi, cuando la cámara
se movía entre la multitud, a los Estados Unidos que me ha tocado
vivir y que vivirán mis hijas: una fascinante gama de grises,
fisonomías y sueños, en busca de su nueva identidad.

Unidos como pueblo llegaremos a un mejor futuro, prometió Obama,
porque esta es la oportunidad para lograr el cambio que necesitamos.
Yes we can.

¿Será capaz de hacerlo? Quizás la pregunta debería formularla en
plural. Estados Unidos es una nación que ha construido en poco más de
200 años un sistema económico, político y militar sin precedentes.
Pero como dijo Obama, la verdadera fuerza del país no está allí, sino
en sus ideales: democracia, libertad, oportunidad y esperanza. Si
algo resulta fascinante de esta sociedad es su capacidad de
superación, de reinventarse, y sobre todo, su dinamismo social. Hoy
Obama cuenta con un capital emocional y político como pocos
presidentes han tenido. Las expectativas no pueden ser más altas.

Al elegirlo, Estados Unidos ha apostado a su capacidad como nación
para convertir los problemas en oportunidades. Y la noche del martes
vi a un hombre con la madera, la inteligencia y la convicción para
impulsar ese momento. Debo confesar que a pesar del distanciamiento
que me impongo como periodista, jamás un político me había sacudido
como lo hizo Obama en esta campaña.

Creado o real, aquel alunizaje del 69 podría ser mi recuerdo más
remoto. Promesa que se quedó en el aire o futura realidad, la
elección del 2008 será sin duda uno de esos momentos imposibles de
olvidar.

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