11/20/2008

SOÑADOR

No se cómo llegué allí. Me hallaba sentado en un pupitre escolar,
junto a decenas de adultos en franelas rojas, presenciando un Aló
Presidente. Uno de los alumnos llamó la atención de Hugo Chávez. "Acá
hay un periodista. Y no es de los nuestros". El mandatario me invitó
al pizarrón y mientras caminaba pensaba para mis adentros "Eli Bravo,
aprovecha tus quince minutos".

Chávez estaba de buen humor. Posó su brazo sobre mi hombro y me
convidó a explicarle a los televidentes cuál era mi problema con la
revolución. Mi primer temor fue convertirme en una caricatura de la
libre expresión: acá todos tienen derecho hablar, pero no escucho; y
si oigo algo que no me gusta, te insulto.

"Presidente, mi problema es muy sencillo. Más allá de la
concentración de poder, del fanatismo revolucionario y el culto a la
personalidad, del debilitamiento de las instituciones y la
corrupción, más allá haber convertido a la democracia en una rutina
de cuartel militar, mi problema es el odio que hemos sembrado. Y
escuche bien, que hablo en plural. Estos años de conflicto han puesto
a flote lo peor que guardamos los venezolanos. No es que olvide las
cosas buenas que tenemos, es que lo bueno se ha convertido en una
pomada para aliviarnos los moretones que nos hemos propinado"

"Mi problema, presidente, es que usted ha usado su capital político
para incitar la intolerancia. Y en sintonía con su discurso, el
caudillito que llevamos por dentro se ha alborotado, y entonces hay
políticos, periodistas, amas de casa, militares y curas, de todos los
colores, lanzando insultos y amenazas como si fuesen flores"

"Mi problema es que si alguna vez usted fue un hombre con
sensibilidad social, comprometido, que conducía un Ford Fairmont
desvencijado mientras soñaba con un país más justo, ahora es un líder
cegado por el poder que inyecta con sus palabras todos los males que
un día quiso curar"

"Mi problema es que usted habla y hiere. Y luego el resto del país
hace lo mismo, y sangra. Usted no necesita elecciones, partidarios ni
oposición. Presidente, usted lo que necesita es una semana de
soledad, sin enemigos, aduladores y guardaespaldas. Escúchese, mírese
bien adentro. Y si al volver a una tarima piensa que en estos diez
años ha hecho lo correcto, entonces usted está perdido"

Con sus ojos cerrados, Chávez parecía escucharme. Cuando estaba a
punto de hablar, me desperté. No pude retomar el sueño. ¿Cuál habría
sido su respuesta?

www.elibravo.com/caldo.php

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