12/14/2009

CALDO DE VERDURAS

Copenhague queda años luz de casa y los detalles del acuerdo que allí se teje (y  probablemente quedará inconcluso) resultan difíciles de asimilar. Lograr un consenso global para controlar las emisiones es el mayor reto que ha enfrentado la comunidad internacional, pero las consecuencias de la inacción serán peores que el costo económico y político de los compromisos para enfrentar el cambio climático, un fenómeno real y científicamente comprobado. Negarlo es como insistir que el hombre jamás pisó la luna.

Claro que hay mucho extremismo, fervor pontificio, moda y negocio detrás del discurso ambiental. Abundan las empresas remojando su imagen en publicidad verde, políticos cebando comisiones, inventores prometiendo balas de plata y activistas renunciando a todo, incluso a los desodorantes. Pero entre fanáticos y escépticos existen millones de personas preguntándose qué hay de cierto detrás de tanta información, y más importante aún, qué pueden hacer para solucionar el problema. Gente para quien Copenhague resulta tan encumbrado como poco potable.

Hablo de gente con espíritu verde que no añora los tiempos preindustriales ni anhela vivir en la selva. Personas con conciencia ecológica sin que esto signifique ser new age. Consumidores que se informan sobre el impacto ambiental de los productos que adquieren y ciudadanos que evalúan a sus políticos por su compromiso con el tema. Son estos los millones que impulsarán los hábitos y estilos de vida del mañana para adaptarnos a los cambios climáticos, pero también, para sacar provecho a las tecnologías que nos garanticen un mejor estándar de vida.

Las noticias desde Copenhague resultan decepcionantes si se abrigaba la ilusión de cambiar fácilmente los patrones mundiales de desarrollo. Pero considerando los avances del debate político, el despegue de una economía verde y el surgimiento de una conciencia sobre el impacto ambiental de nuestras actividades cotidianas, resulta estimulante ver como el tema ha entrado en el mainstream y para las nuevas generaciones resulta "natural" pensar en el efecto que sus acciones tendrán sobre el planeta.

¿Quieres hacer ahora mismo algo efectivo? Celebre una cumbre ambiental en casa y haga una lista de diez cosas para usar los recursos y la energía de manera más eficiente. Lograrlas todas a la vez no será fácil, pero una a una, con pequeños cambios de hábitos, puede ser una aventura muy satisfactoria. Y más inmediata que Copenhague. 

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