12/27/2009

DIAS DE VACAS

Quien escribe está de vacaciones y lo hace rompiendo una regla de oro: no trabajarás en tus días libres. Pero hay excepciones, especialmente si se trata de hacer proselitismo del ocio, ese estado natural del ser humano en peligro de extinción. Me preocupa que en tiempos de productividad, rendimiento al máximo y stress laboral, existan quienes consideran las vacaciones como un lujo postergable. Las vacaciones, como las zonas erógenas, existen para disfrutarlas.

Privilegio de elites hasta el siglo XVIII, las vacaciones con sueldo fueron una de las grandes conquistas del siglo XX, originando a una industria turística que promedia 6% de crecimiento anual para alcanzar ventas del billón de dólares. Sus orígenes se remontan a los baños públicos de Atenas y luego a las termas romanas, quizás el motivo por el cual solemos optar por las playas caribeñas. Estos preciosos días en el calendario reflejan muy bien la cultura de un país: en Italia promedian 47 mientras que en Japón son 25 y en los EEUU apenas 13. Sin duda, un número de mala suerte.

Las vacaciones se supone que son para descansar pero sabemos que pueden resultar agotadoras, sobre todo cuando anhelamos visitar 10 ciudades europeas en siete días. Exprimirlas al máximo es una tentación que acaba por drenar nuestros nervios y presupuesto, porque a fin de cuentas, las vacaciones existen para amainar el vértigo cotidiano. ¿Cuál es el sentido de trasladar los apuros del día a día hasta nuestro oasis vacacional? La respuesta quizás haya que buscarla en el mal hábito de llenar las horas hasta el tope con la idea de que el tiempo es oro y perderlo es una lástima.

Permítame sugerirle una resolución de año nuevo: disfrutar todos los días de vacaciones que le traiga el 2010. Haga una lista en familia, visite ese lugar que siempre soñó, programe unos cuantos para rascarse la barriga, deje de ser tacaño por una semana, dispóngase a visitar a ese amigo de la infancia, en fin, asuma las vacaciones como un momento importante de su vida, de alguna manera, el momento de disfrutarla tal y como le gustaría vivirla. Aunque sea por una semana.

Por último, aplique la segunda regla de oro: al salir de la oficina dígale a todos sus compañeros "si me necesitan, no me llamen". De gente imprescindible están llenos los cementerios. 

www.elibravo.com/caldo.php 
 

No hay comentarios.: